El alo-TPH puede generar diversos efectos secundarios, tanto a corto como a largo plazo, derivados fundamentalmente de la enfermedad del injerto contra el huésped (EICH), la toxicidad de los tratamientos de preparación y las infecciones que pueden ocurrir.
La enfermedad del injerto contra el huésped es una complicación debida a la incompatibilidad relativa entre el donante y el receptor. Si bien el donante y el receptor son compatibles, no son iguales al cien por cien. Estas diferencias residen en diferentes sistemas de compatibilidad que aun no están bien caracterizados y que por tanto, no se estudian rutinariamente en las pruebas pre-trasplante. Esto hace que un tipo de células que se le transfunden al paciente durante el trasplante, los linfocitos del donante, puedan reconocer como “extraño” al organismo del paciente transplantado y tiendan a atacarlo. Como consecuencia, algunas personas presentan graves complicaciones que, si no responden bien al tratamiento, pueden derivar en el fallecimiento. Sin embargo, la EICH suele acompañarse de una fuerte reacción contra las células de la leucemia que quedan en el paciente y que puede contribuir a su eliminación. Es el denominado efecto del injerto contra la leucemia, que es la clave para el éxito del trasplante alogénico. Por tanto, una forma leve de EICH se considera beneficiosa, pues reduce el riesgo de recaída de la leucemia.